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eficiente
LÁCTEOS VEGETALES
LÁCTEOS VEGETALES
Frente a la indiscutible problemática generada por el consumo masivo de productos lácteos de origen animal, estas recetas pretender servir como alternativa natural y casera destinada a niños y adultos.
Se pueden obtener exquisitas leches vegetales a partir de semillas
licuadas, con similares texturas a las de origen animal, pero con mejor
sabor, mayor cualidad nutricional, alto poder vitalizante y ningún
efecto negativo. Se trata de elaboraciones necesariamente artesanales y
caseras, dada su baja conservación (2-3 días en heladera), pero sencillas
y rápidas, en la medida que organicemos y regularicemos los procesos
previos.
Es absolutamente recomendable y necesario, el proceso previo de
activación (remojado) de las semillas a utilizar. Esta hidratación no solo
despierta importantes procesos transformativos a nivel nutricional, sino que facilita
el procesamiento, mejora la textura del producto final y optimiza su
digestibilidad.
Para obtener los mejores resultados en las leches, es aconsejable
una licuadora de potencia (buen filo de cuchillas y alta velocidad), a
fin de procesar la mezcla el tiempo suficiente y necesario para desmenuzar
adecuadamente la semilla y permitir la máxima transferencia de nutrientes al
agua. También puede usarse un mezclador de mano (mixer) o una licuadora
convencional.
La proporción de agua y la técnica a utilizar, depende de aquello
que deseamos a nivel de sabor y textura. Hay quienes trabajan con poca agua
al inicio, licuando un puñado de almendras peladas con el agua
suficiente para un correcto procesamiento. Luego se filtra el licuado con
auxilio de un lienzo, estrujando a fondo para extraer todo el líquido
posible (el residuo sólido puede utilizarse en granolas o galletas), siendo las
últimas gotas las más importantes. El fluido se licua nuevamente, agregando
ahora el resto del agua (en total se usan 2 litros), 2 cucharadas de
miel de abejas, 1 cucharada de aceite de oliva virgen, esencia de vainilla y 1
cucharadita de salmuera (sal de roca líquida). Así obtenemos 2 litros de
leche de textura sedosa y cremosa, que podemos conservar 2-3 días en
heladera.
Otra técnica trabaja con toda el agua al comienzo y luego filtra
con colador. Este procedimiento es más rápido y solo requiere algo
más de procesamiento en licuadora para lograr un buen desmenuzamiento de la
semilla, aunque el resultado final sea tal vez menos cremoso y sedoso al
paladar respecto a la técnica anterior. Los residuos colados son siempre
aprovechables para otras preparaciones (galletas, patés, salsas, rellenos). De
todos modos, el colado de estas leches vegetales no es algo imprescindible
desde el punto de vista nutricional o digestivo, al contrario; solo se hace
para imitar la textura láctea a la cual estamos familiarizados.
En todos los casos, si bien se usa agua común, es siempre
recomendable emplear agua enzimática y de ser posible, dejar unos
minutos a temperatura ambiente para que se active el proceso fermentativo,
tras lo cual se guarda en heladera. Ciertas semillas brindan mejores sabores y
texturas (similar al yogurt) luego de estacionarse unas horas,
conservando luego en heladera.
Además de las semillas oleaginosas, también podemos hacer
interesantes leches vegetales con cereales como la quínoa, el amaranto, la
cebada o la avena. Dada la alta presencia amilácea, es recomendable una buena
activación, el uso del agua enzimática y la maceración de unas horas para
asegurar el correcto desdoblamiento de los almidones. En función al bajo
contenido graso de estas semillas, conviene enriquecer las leches de
cereales con unas cucharadas de aceite de presión en frío (oliva,
girasol, chía, lino, sésamo), que mejoran la textura y el contenido en ácidos
grasos esenciales.
A nivel gustativo, la posibilidad de experimentar con distintas
semillas y sabores, es un beneficio nada despreciable que permite evitar la
monotonía, descubrir nuevos gustos, sorprender y sorprendernos. En este
sentido, las especias serán de gran ayuda, digestiva y gustativa.
Podemos emplear las clásicas (extracto natural de vainilla, canela en
polvo) o bien experimentar con saboresno convencionales (cardamomo,
clavo de olor, regaliz). Sugerimos agregar siempre unas gotas de salmuera
(sal de roca líquida), cuya presencia realza sabores y valores nutritivos por
el rico aporte de oligoelementos.
Pero las especias no son los únicos acompañamientos enriquecedores
para nuestras leches vegetales. Podemos hacer uso de una batería de recursos de
alta calidad nutricional y buen sabor. Un ejemplo es la harina de algarroba,
totalmente soluble y asimilable, rica en azúcares naturales, con un exquisito
sabor a cacao y un alto contenido en fibra soluble; es el ingrediente ideal
para obtener deliciosas “chocolatadas” vegetales. Incluso el cacao
amargo, aunque nutricionalmente inferior a la algarroba, es también
recomendable.
Otro acompañamiento energizante y estimulante, es la raíz de
maca en polvo. Este tubérculo, llamado el “ginseng andino”, tiene muchas
propiedades y debe usarse con moderación debido a su alto efecto energético.
También podemos usar algas en polvo (espirulina, kelp), que en baja
dosis aportan un excelente toque enriquecedor.
Además de la harina de algarroba, otros endulzantes recomendables
para nuestras leches vegetales son la miel de abejas y el azúcar
mascabo. También podemos hacer uso de frutas, tanto frescas
como deshidratadas (higos, pasa de uvas, dátiles, peras, duraznos); en
este último caso previo remojo en agua tibia al menos 30-60 minutos.
El uso principal de las leches vegetales es como bebida
altamente nutritiva, y si bien resultan fáciles de digerir (aún por parte
de estómagos delicados o ancianos), siempre vale la recomendación de no
exagerar; en general su poder saciante evita tal descontrol. Se pueden emplear
en desayunos, meriendas o entre horas; siendo bebida ideal para bebes,
deportistas e intelectuales. También se prestan para interactuar con otros
alimentos: sirven para preparar el kéfir de leche, salsas como la clásica
bechamel, desayunos como el porridge o las granolas, licuados frutales o sopas
sustanciosas.
Otras semillas como los cereales, suelen ser sometidas a la
cocción para dar lugar a leches vegetales; es el caso del arroz, la
cebada, la quínoa o el maíz blanco partido. En este último caso estamos
hablando de la ancestral mazamorra, preferible siempre con maíces
andinos, no transgénicos. Genéricamente debemos remojar los cereales con 10
partes de agua, durante 10-12 horas (toda la noche). Por la mañana llevamos a
hervor (se puede agregar chaucha de vainilla, canela en rama o cáscaras de
cítricos) y luego bajamos a fuego mínimo, cocinando con difusor de calor
durante una hora (media hora en el caso de la quínoa). Luego colamos (los
granos pueden utilizarse aparte, o dejarlos como en el caso de la mazamorra) y
podemos endulzar con miel de abejas, azúcar mascabo y/o harina de algarroba.
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